Imagínate qué historia más chula para una serie de televisión o una novela negra: un misterioso asesino en serie, aquejado de síndrome de Stendhal extremo, persigue a hombres y mujeres con tatuajes especialmente bellos para arrancarles la parte de la piel donde se encuentra el dibujo. Después enmarca los tatuajes y los expone en una macabra galería de arte.
Mola, ¿verdad? Pues ni se te ocurra escribirlo, que la idea es mía. Y tampoco se te ocurra ponerlo en práctica, por favor, que lo de despellejar a gente es una cosa que está muy muy fea.
El caso es que... Leer esta historia en Yorokobu